martes, abril 26, 2011

Adoración, oración y reverencia - Fragmento de "Señales de Una Iglesia Viva" de John Stott

Los primeros cristianos no eran sólo fieles en conservar las enseñanzas de los apóstoles en la comunión unos con los otros. También se reunían unos con los otros. También se reunían y participaban juntos “en el
partir del pan, y en las oraciones” (Hechos 2:42).

“Y, perseverando unánimes todos los días en el templo, y partiendo el pan en casa, comían juntos con alegría y sencillez de corazón” (Hechos 2:46) El partir el pan se refiere, a Cena del Señor. Probablemente, además de los símbolos del cuerpo y de la sangre de Cristo en la iglesia primitiva había también una cena compartida, un ágape.


Las oraciones que se mencionan aquí no son las oraciones privadas pero sí las reuniones de oración. Existen dos aspectos de la vida de adoración de la iglesia primitiva que son deseables en una iglesia renovada. Aquellos cristianos mostraban equilibrio en los dos sentidos. Por un lado la adoración era formal e informal. Eso deducimos del versículo 46, donde nos es dicho que adoraban en las casas y en el templo. Es interesante que los primeros cristianos continuaran adorando en el templo.


No abandonaron de inmediato la iglesia institucional; querían las reformas de acuerdo con el evangelio. Seguramente no participaban de los sacrificios del templo, porque entendían que los sacrificios ya habían sido cumplidos definitivamente con la muerte y resurrección de Cristo. Sin embargo, continuaron participando de las reuniones de oración en el templo. Estas reuniones tenían cierta formalidad, pero los cristianos las suplementaban con reuniones más informales y espontáneas en los hogares.

Creo que aquí hay una lección importante para la iglesia contemporánea. Algunas iglesias son demasiadas conservadoras. Resisten la cambios, parecen hechas de cemento; su lema parece ser la expresión litúrgica, ‘para siempre, por los siglos de los siglos, amén...’En ese tipo de congregación los adultos necesitan escuchar los jóvenes, y estos deberían estar representados en la dirección de la iglesia. No es necesario que estemos siempre de acuerdo con ellos, sin embargo debemos escucharlos con respeto. 


Los jóvenes, por su parte, entendieron que la manera con que Dios transforma la iglesia institucional es más por la reforma paciente que por la revolución violenta. No necesitamos en oponernos a l oformal a través del informal; cada uno es apropiado en su momento. Necesitamos los servicios dignos y solemnes en el templo, pero también necesitamos   encontrarnos en los hogares, donde podemos ser más informales y espontáneos. La adoración se enriquece tanto con la dignidad como con la espontaneidad. Un segundo aspecto del equilibrio que guardaba la adoración en la iglesia primitiva era su actitud de gozo y al mismo tiempo  reverente. La palabra que traduce “alegría” en el versículo 46 describe gozo exuberante.


Dios había enviado su Hijo al mundo, ahora había derramado Su Espíritu en sus corazones... Como no estar
alegres! El fruto de Espíritu Santo es amor, y también es alegría.

Podemos imaginar en aquellos creyentes un gozo mucho menos inhibido que lo que las tradiciones suelen permitir. Algunas reuniones de adoración parecen más funerales. Todos están vestidos de negro, nadie sonríe, nadie dice nada, se tocan himnos con mucha lentitud y toda atmósfera es lúgubre. Por qué? Alegrémonos en el Señor! Cada reunión debe ser una celebración alegre. Pero, la adoración de la iglesia primitiva también se caracterizaba por la reverencia. Sus cultos no eran irreverentes. Si en algunas reuniones el ambiente es funerario, en otros es demasiado liviano. No reflejan la presencia solemne y soberana de Dios. Los primeros cristianos no conocían ese error. Cuando Espíritu Santo renueva la iglesia, a llena de alegría y también de reverencia ante Dios.

Fragmento del libro: "Señales de una iglesia viva", escrito por John Stott

viernes, abril 22, 2011

Carta Pastoral

Mientras nos vamos acercando hacia el momento de la Pascua, una de las oraciones que Jesús pronunció antes de ser Juzgado, Crucificado y Resucitado fue "Padre, que sean UNO para que el mundo crea".
El trabajo de "Unidad" y construcción de una comunidad no es sencillo. Somos todos diferentes, venimos todos de trasfondos familiares, culturales, educativos y religiosos distintos.

Cómo podemos vivir "La Unidad en la Diversidad". Es una frase muy conocida pero, un gran desafío para todos nosotros, Hijos de Dios, Discípulos y miembros de su Iglesia.

Cómo se produce el ser "Uno". No es mágico, ni instantáneo, es un proceso que toma tiempo (Jesús utilizó tres años con sus discípulos, conviviendo todos los dias).

En este proceso hay elementos que son indispensable, se requiere PACIENCIA, RESPETO, SABIDURÍA y siempre el AMOR sin lo cual es todo esto imposible.
En los últimos años El Señor ha vuelto a levantar la iglesia de "San Pedro" y nos toca a todos nosotros en este período construír esta Comunidad.

El desafío es trabajar como un "Cuerpo" con distintos miembros. En el cuerpo humano cada miembro es importante, aún el mas pequeño (lo experimentamos esto cuando una pequeña uña de nuestro pie no esta bien!!!). Simplemente tenemos funciones distintas. Tu tienes tu lugar en el cuerpo de Cristo y eres único para Dios, descubrí tu DON, realízalo, y ejércelo (Con la guía y acompañamiento de la Iglesia).
Cuando la Iglesia de Jesucristo descubre esto, se vuelve una LUZ en su barrio, ciudad, país, y aún para el mundo entero.



El Señor les bendiga.

Agustin Marsal
Su Pastor

sábado, abril 16, 2011

Comunión y ayuda mutua - Fragmento de "Señales de Una Iglesia Viva" de John Stott

La segunda marca de una iglesia viva que descubrimos en la lectura de Actos es el amor y el cuidado mutuo entre los creyentes. Si la primera marca es el estudio, la segunda es la comunión. La palabra comunión que utilizan algunas versiones es la traducción de koinonía. Este término describe aquello que tenemos en común, lo que compartimos como creyentes en Cristo. Esto se refiere a dos verdades complementarias. En primer lugar, compartimos la gracia de Dios. El apóstol Juan comienza su primera carta con estas palabras: “Nuestra comunión es con el Padre y con El Hijo, Jesucristo...” Pablo habla de la comunión que tenemos con Espíritu Santo. La comunión auténtica es una comunidad trinitaria. Nosotros los creyentes participamos en común en el Padre, en el Hijo y en Espíritu Santo.

Hay un segundo aspecto de la koinonía. También tenemos en común lo que damos. Este es el aspecto que Lucas da énfasis. En sus cartas, Paulo usa esta misma palabra, koinonía, para referirse la una oferta que estaban dando las iglesias. El adjetivo koinónico significa “generoso” y, en este pasaje, Lucas describe la generosidad de los cristianos primitivos: “Y todos los que crean estaban juntos, y tenían todo en común. Y vendían sus
propiedades y bienes, y repartían con todos, según cada uno había de menester” (Hechos 2:44-45)

Este pasaje nos perturba. Preferimos la saltas para evitar el desafío que ella concluye. Debemos imitar literalmente estos creyentes? Quiso Jesús que todos sus seguidores vendieran sus posesiones y repartieran lo que obtuvieran de ellas? A buen seguro, el Señor llamó a algunos de sus discípulos a una pobreza voluntaria total. Ese es el llamamiento que hizo al joven rico, por ejemplo. A él, Jesús dijo expresamente que vendiera todo y lo diese a los pobres. Este fue también el llamado de Francisco de Asís, en la edad media, y probablemente es el llamado de Madre Teresa, en Calcuta. Ellos nos recuerdan que la vida no consiste en la abundancia de los bienes que poseemos. Pero no todos los discípulos de Cristo son llamados a eso. La prohibición de la propiedad privada es una doctrina marxista, no cristiana. Aún en la iglesia en Jerusalén, la decisión de vender las propiedades y dar todo fue una cuestión voluntaria. Cuando pasamos para el versículo 46, leemos que los creyentes se reunían “en sus casas”. Quiere decir, continuaban teniendo casa y propiedades
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personales. Por el visado, no habían vendido todas las casas, sus muebles y sus propiedades! Pero algunos
tenían casas, y los creyentes se reunían en ellas.

No obstante, no debemos evadir del desafío de estos versículos. Algunos suspiran con alivio porque no sugerí que debemos vender todo y repartir-lo. Pero, aunque no sea nuestro llamado particular, todos fuimos llamados a que nos amemos mutuamente como hacían aquellos cristianos.



El primer fruto de Espíritu Santo es el amor. En particular, la iglesia primitiva cuidaba de los pobres, y compartía con ellos parte de sus posesiones. Esta actitud debe caracterizar la iglesia en todos los tiempos. La comunión, la disposición de compartir, generosa y voluntariamente, es un principio permanente. La iglesia debería ser la primera entidad en el mundo en la cual se aboliera la pobreza. Conocemos las estadísticas. El número de gente que vive en la miseria, sin cubrir las necesidades básicas para sobrevivir, es aproximadamente de un billón. La media de los que mueren de hambre cada día es de diez mil personas. Como podemos vivir con estas estadísticas? Nosotros cristianos que vivimos en países más ricos debemos ajustar nuestro estilo de vida y vivir con más simplicidad. No porque creemos que esto va a solucionar los problemas macroeconómicos del mundo, sino por solidaridad con los pobres.

Una iglesia llena del Espíritu es una iglesia generosa. La generosidad ha sido siempre una característica del pueblo cristiano porque nuestro Dios es un Dios generoso. Por eso, otra palabra que expresa la actitud de generosidad es la palabra “gracia”. Si Él da todo de gracia si nuestro Padre es generoso, Sus hijos también deben ser generosos.

Fragmento del libro: "Señales de una iglesia viva", escrito por John Stott

domingo, abril 10, 2011

Dando es como se recibe (Parábola de "El rey y el mendigo")

Hubo una vez un mendigo que estaba tendido al lado de la calle.

Vió a lo lejos venir al rey con su corona y capa. "Le voy a pedir, de seguro me dará bastante" pensó, y cuando el rey pasó cerca le dijo: "Su majestad, me podría por favor regalar una moneda?", aunque en su interior pensaba que el rey le iba a dar mucho.



El rey le miró y le dijo: "¿Por qué no me das algo tú? ¿Acaso no soy yo tu rey? ..."

El mendigo no sabía qué responder a la pregunta, y dijo: "Pero su majestad ... ¡yo no tengo nada!"



El rey respondió: "Algo debes de tener ... ¡busca!"

Entre su asombro y enojo, el mendigo buscó entre sus cosas y encontró una naranja, un bollo de pan y unos granos de arroz. Pensó que el pan y la naranja eran mucho para darle, así que tomó cinco granos de arroz, y se los dió al rey.



Complacido, el rey dijo: "¡Ves como sí tenías!" y le dio cinco monedas de oro, una por cada grano de arroz.

El mendigo dijo entonces: "Su majestad ... creo que acá tengo otras cosas", pero el rey no hizo caso y dijo:

"Solamente de lo que me has dado de corazón te puedo yo dar."


domingo, abril 03, 2011

La verdad de la mentira

La mentira trae consecuencias. Practicarla no solo degrada nuestra dignidad, sino que nos va acorralando, nos roba oportunidades, nos deja manchas que cuesta muchísimo quitar…

Todos sabemos que las mentiras tienen “patas cortas”, es decir, que lo que se oculta termina saliendo a la luz. ¿Y entonces? ¿Cuál es el secreto de la mentira? Descubrí que su mayor poder reside en su capacidad de ATAR a su victima. Al rencor, el enojo, la ira, la venganza, el odio, la falta de perdón, la amargura. Es como una bomba radioctiva, que mucho después de estallar, sigue causando daño. Pasan los años y aún nos seguimos sintiendo mal por aquella/s mentira/s que nos dijeron. Nos sentimos manipulados, subestimados, nos cuesta confiar, el resentimiento nos invade. No podemos proyectarnos, nos imaginamos volviendo atrás para no caer en la trampa, fantaseamos con “ajustar cuentas”….

Pero hay antídoto. Hay un PODER mayor que está a nuestro favor. Es el poder de PERDONAR: La SALIDA ESTRATEGICA de Dios. No… No somos tontos, todo lo contrario! Perdonar no es un beneficio para el mentiroso, perdonar NOS LIBERA A NOSOTROS del dolor, de la destrucción en cuotas, del veneno en gotas… Se entiende?


Perdonar CORTA LA CADENA que me ataba y me deja seguir camino, de nuevo, mejor. Me ABRE LA PUERTA para cosas grandes, para desplegar mi potencial, alcanzar mis metas, ME CONVIERTE EN VENCEDOR, me devuelve la dignidad!

Así que ya sabes: PERDONÁ, SÉ FELIZ, Y HABRAS VENCIDO A LA MENTIRA. ¿Y lo demás?… Lo demás dejalo todo en manos de Dios

Carla Scarcello

viernes, abril 01, 2011

Enseñanza apostólica - Fragmento de "Señales de Una Iglesia Viva" de John Stott

Esta primera característica es sorprendente y no muchas congregaciones la tendrían en cuenta hoy. La iglesia viva es una iglesia que está aprendiendo, una comunidad que estudia. La primera cosa que Lucas dijo sobre esta iglesia renovada por el Espíritu es que ella perseveraba en la doctrina de los apóstoles:“Y
perseveraban en la doctrina de los apóstoles” (Hechos2:42).

Podríamos decir que, el día de Pentecostés, el Espíritu Santo abrió una escalera para la iglesia. Los maestros de la escuela eran los apóstoles, a quién Jesús había escogido y entrenado y había tres mil estudiantes... en la realidad, niños del jardín de infancia. Estos recién nacidos para la fe, convertidos y llenos de Espíritu Santo, no estaban dedicados a disfrutar de una experiencia mística que los hubiera hecho olvidarse. Por el contrario, perseveraban en la doctrina de los apóstoles y querían aprender todo lo que fuera posible. Tenían hambre de la verdad y querían que se siente a los pies de los apóstoles y absorber sus enseñanzas.

La plenitud de Espíritu Santo es incompatible con el anti-intelectualismo. El Espíritu de Dios es Espíritu de verdad. Ese fue uno de los títulos que Jesús aún lo dio al Espíritu. Si quisiéramos estar llenos del Espíritu, su verdad será importante para nosotros. Aquellos creyentes primitivos no pensaron que bastaba para ellos la presencia de Espíritu Santo en su interior para conocer la verdad. No dieron por descontado que, por haber recibido la plenitud de Espíritu Santo, este era el maestro que necesitaban, y que podrían prescindir de los maestros humanos. No fue así en la iglesia primitiva. Los nuevos creyentes sabían que Jesús había nombrado a los apóstoles para que fueran maestros de la iglesia, y buscaban aprender todo el posible y perseveraban en su doctrina.

¿Cómo se aplica esto a la iglesia de hoy? ¿Qué significa para nosotros perseverar en la doctrina de los apóstoles, ser fiel en conservar sus enseñanzas? Entendemos que ya no hay apóstoles en la iglesia. Puede haber ministerios apostólicos, como los que realizan misiones, los plantadores de iglesia, los líderes. Estas personas ejercen ministerio apostólico pero no podemos los llamar apóstoles. Nadie en la iglesia actual tiene una autoridad comparada a de Paulo, Pedro o cualquiera de los apóstoles de Jesús Cristo. Ellos tenían una autoridad única para enseñar en nombre de Jesús y nadie tiene esa autoridad hoy. Entonces, si no hay apóstoles en la iglesia contemporánea, como nosotros podemos someternos a las enseñanzas de los apóstoles? Sus enseñanzas llegaron hasta nosotros por la Biblia. El Nuevo Testamento es precisamente eso: las enseñanzas de los apóstoles. Esta es la única clase de sucesión apostólica en que creemos, la continuidad de la doctrina apostólica por medio del Nuevo Testamento.

Una iglesia llena del Espíritu es una iglesia bíblica, una iglesia neo testamentaria, una iglesia apostólica. En ella se enseña las Escrituras. Los padres enseñan la Biblia a los hijos. Los miembros de la iglesia leen y reflejan sobre las Escrituras todos los días. El Espíritu de Dios dirige su pueblo a someterse a la Palabra de Dios, y cuando lo hace, esa iglesia se remueva con la presencia de Espíritu Santo.

- Fragmento del libro: "Señales de una iglesia viva", escrito por John Stott

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