¿Cómo es eso? Jeremías era un hombre que, en vez de escribir un blog, iba y te decía la palabra de Dios en persona. Como perjudicaba ciertos intereses, lo metieron preso. ¿Vos creés que no oró para que lo soltaran? Estoy segura que sí. Pero eso no sucedió.
Era una situación injusta, desagradable, que lesionaba su libertad, su profesión, su dignidad. Imagino que hasta los que lo conocían habrían murmurado “…parece que a éste Dios no lo escucha…” Él mismo habrá llegado a pensar “¡Dios no me escucha!”. Y ahí, cuando Jeremías tocó fondo, fué él quien escuchó: “Clama a mi, y yo te responderé, Y te mostraré cosas grandes que no conoces”.
¿Te sentís identificado con Jere…? El Señor dice que tu oración debe ser como tu circunstancia.
Estás desesperado? Lanzá una oración a “Todo o Nada”.
Estás preso? Tu pedido debe ser un grito de Liberación.
Estás con el agua al cuello? Pedí Auxilio con lo último que te queda de aire.
Pero pedí como si fuera lo último que hagas. Pedí con todas tus fuerzas, con toda tu mente, con todo tu corazón (Si los vecinos te oyen, no te hagas problema. De todos modos, ellos no pueden sacarte de dónde estás). Hay momentos para meditar… Y hay momentos que requieren medidas extremas: Una oración que llegue a Dios como un clamor.
Sabés lo que es eso? Imaginate a un hijo tuyo clamándote por ayuda… Lo ves? Que harías vos? Ni dudarlo, correrías a él para salvarlo. Bueno, lo mismo con Dios.
Si clamás con todo tu corazón, imaginate como será la respuesta a esa oración! Dios siempre está a la altura de las circunstancias. No importa cuán profundo sea el pozo, extenderá su mano, abrirá las puertas de la cárcel, pondrá provisión en tus manos, te pondrá a salvo… hasta de vos mismo.
Y lo más importante: habremos aprendido de primera mano que, DIOS RESPONDE. (Y NO DUDAREMOS MÁS).
Carla Scarcello